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Thursday, July 9, 2015

La Quinta Santa Elena

 Hermosa vivienda ubicada en un sitio privilegiado de nuestra ciudad,
la Quinta Santa Elena tiene una trágica y turbulenta historia.


La construcción de la vivienda, iniciada en 1848, fue dirigida por el acaudalado arquitecto andaluz Joaquin Jimenez Delgado, Contador de Rentas Reales, y fue terminada en 1858.

El antropólogo cubano Fernando Ortiz menciona este sitio en su “Glosario de Afronegrismos”, en la entrada dedicada al cubanismo "Morir como Cafunga" donde explica la aparatosa muerte del desmochador de palmas Cafunga en 1850, y se indica que antes de ser enviado al hospital de la villa para su autopsia, el cadáver fue trasladado a la Quinta de Santa Elena, entonces en construcción, por orden de las autoridades.

En 1866 la casa fue adquirida por Juan Bautista Amézaga, propietario del popular comercio ¨La Vizcaína¨.
Es ésta tal vez la época de mayor esplendor de la vivienda. Pero una hija de Amézaga falleció a causa de una picadura de insecto del jardín y cuentan los que conocieron a la familia, que su padre nunca volvió a ser el mismo. En todo caso, afectado por la crisis económica  de la Guerra de los Diez Años, Amézaga se fue a la quiebra y todos sus bienes, incluyendo la Quinta, fueron rematados públicamente en 1876. La vivienda fue adquirida por Domingo Amézaga Cucullú.


Domingo Amezaga falleció en 1886, y la propiedad de la vivienda pasó a su viuda, Dolores Legorburu Bilbao, quien se vio en la necesidad de hipotecarla en 1889. Al morir Doña Dolores, la casa fue puesta en subasta, y como no se presentó postor alguno, fue adquirida por Rufino Hontañón Cacicedo. 

Al parecer, Don Rufino no habitó la Quinta, sino que se dedicó a alquilarla. Entre sus inquilinos (1914) se contó Engracia Rahola, casada con Jose Perez Palmero, En 1916, fue alquilada por las Hermanas de la Caridad, quienes instalaron en el edificio el Asilo de Ancianos "Desamparados de San Jose", que funcionó en este local hasta 1920, fecha en que se terminara el edificio permanente del asilo, aún activo, sito en el Paseo Norte de la ciudad. 
Otros inquilinos habitaron el edificio, siendo notorio el hecho de que entre 1939 y 1940 se instalara en la vivienda un prostibulo, que fue clausurado debido a las quejas de los vecinos. Al parecer, luego de este incidente, la casona estuvo abandonada hasta 1953, fecha en que muere Don Rufino, y deja la propiedad en herencia a su sobrina Maria de la Gandara y Hontañón .  







Euclio Pentón Martinez-Moles adquirió la edificacion a principios de los 50, y se propuso una restauración capital, que desgraciadamente no pasó de los jardines. En esta década tambien habitó la quinta la familia Escalona, que al igual que Amézaga, sufrió la perdida de un hijo, ahogado durante una crecida del Yayabo. 



A principios de la década del 60 la casona fue ocupada por la familia de Agustin Rodriguez, muy numerosa. Esta familia tambien perdió tragicamente a uno de sus miembros mas jóvenes. Luego diversas partes de esta familia permutaron con otras familias y asi, dividida en varias secciones, finalmente Patrimonio se hace cargo del edificio a principio de la década del 80. 




Bajo la administracion de Patrimonio este local tuvo función de restaurante y centro de diversión nocturna, hasta que en 2012 pasa al Ministerio de Cultura y se instala en ella el Museo de la Guayabera. 

Información sobre el museo aqui y aqui

Spot publicitario sobre la Casa de la Guayabera 

Asi luce la Quinta Santa Elena luego de su restauración y de la construcción del malecón en la ribera norte del Rio Yayabo con motivo al 500 aniversario de la fundación de la villa espirituana.








Fuente:
Periodico El Fenix
Archivo Historico de SS
Ecured
Carlos Ferrera Torres, "Morir como Cafunga"
Fotos de archivo
Fotos tomadas de Internet




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